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Esta semana se anunciaba una de las operaciones corporativas más importantes, por no decir la más importante, producida en la historia del automóvil. El grupo francés PSA y el italoamericano Fiat Chrysler (FCA) se han puesto a trabajar para consolidar una fusión. La maniobra se justifica en que "crearía un grupo líder mundial con la dimensión, las capacidades y los recursos para aprovechar con éxito las oportunidades y gestionar eficazmente los desafíos de la nueva era de la movilidad". En definitiva, con músculo financiero para hacer frente a las inversiones multimillonarias, calculadas para el conjunto del sector de automoción en 275.000 millones de euros en los próximos cinco años, para desarrollar el coche del futuro.