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Desde que en 2016 adquirió Yoigo, MásMóvil no ha parado de dar juego en el sector español de las telecos. Primero, como un actor díscolo que atacó el segmento low cost y, después, consolidado ya como el cuarto operador tras numerosas operaciones -algunas inesperadas e inverosímiles-, como un aspirante a competir por el cliente medio. El último hito fue un acuerdo con Orange que le permitió marcarse unos ambiciosos objetivos de beneficios y apuntalar una escalada en bolsa desde el suelo anual de agosto que llegó a ser del 45% y que los consejeros y directivos de la compañía supieron aprovechar comprando acciones propias en zona de mínimos. El próximo golpe de mano podría ser la adquisición de Vodafone España, según publicó este miércoles El Confidencial, pero todavía suena a palabras mayores y el mercado no le ha dado demasiada credibilidad: MásMóvil corrió a desmentirlo y los analistas aluden a su elevado endeudamiento y a las exigencias de competencia para descartarlo.